miércoles, 25 de mayo de 2011

23 MAYO 2011 – EMERGE UNA ESPERANZA DEMOCRÁTICA PARA ESPAÑA

El vuelco que se ha producido en la situación política española, tras las elecciones locales y autonómicas de 2011, no tiene antecedentes en la breve historia de la democracia hispana y aunque la defenestración del PSOE puede compararse con la descomposición de UCD, tras la sucesión de Suarez por Calvo Sotelo, ni la situación del país, de la economía y de las relaciones político-sociales son las mismas, ni el estado de funcionamiento de las instituciones democráticas es similar.

La posición del Partido Popular, que representa a la derecha conservadora, resulta hegemónica en cantidad –gobierna casi la totalidad de las CC.AA. y la inmensa mayoría de los ayuntamientos- como en calidad, considerando así las cómodas mayorías absolutas de las que dispone en una buena cantidad de todos esos gobiernos locales y regionales. Por otro lado, la previsible victoria del PP, en las elecciones generales del año próximo, con una holgada mayoría que podría muy bien ser, también, absoluta, tiñe definitivamente a España de un azul conservador que tendrá inevitables consecuencias en todos los órdenes de la vida en sociedad.

Por mucho que el PSOE intente una recuperación en el año que queda de margen (siempre y cuando ninguna circunstancia obligue al adelanto electoral) no parece probable que pueda conseguir gran cosa. Es más, en mi opinión, lo más seguro es que el PSOE continúe sufriendo un elevado grado de desafección entre los votantes más fieles e, incluso, entre su base de afiliados. A la incapacidad de Zapatero para reaccionar como un estadista ante la crisis, se suma la propia incapacidad del partido socialista, como organización, para adoptar las medidas de urgencia, y profundas, que esa constatación requería. No sustituyó al líder fracasado, ni a su equipo, por otro más resolutivo, ni mantuvo las señas de identidad que le cohesionaban con amplias capas sociales que se sintieron abandonadas e, incluso, traicionadas. El convencimiento de una amplia mayoría de los españoles, de que los políticos socialistas se han convertido en una casta de “instalados” en los privilegios del poder, renegados de los objetivos históricos “de clase” y que forman una “nomenclatura” jerarquizada, acrítica y que tiene como único objetivo mantenerse en “ese poder” por todos los medios, es muy fuerte y apunta a dar por perdidas las posibilidades de regeneración real en el futuro inmediato. Aunque pueda parecer una previsión aventurada, las siglas socialistas pueden quedar relegadas a una minoría testimonial como sucedió, en su momento, con el PC.