Desde que en febrero de 2005, el informe del Consejo de Expertos para la Reforma de RTVE propusiera la creación de una autoridad nacional sobre el sector audiovisual y apuntara los criterios esenciales para determinar sus funciones y composición, la falta de iniciativa del gobierno socialista y la oposición de grupos de presión con intereses corporativos o económicos, han impedido que se pusiera en práctica esa recomendación. Han pasado cinco años para debatir y aprobar la Ley 7/2010, de 31 de marzo, General de la Comunicación Audiovisual y un año más sin que este órgano supervisor sea aún una realidad.
Ahora, al tratar el Gobierno de iniciar el procedimiento de constitución del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, vuelven las presiones en contra desde posiciones ideológicas concretas y estamentos con intereses particulares al respecto. Así, ciertos sectores de la profesión periodística avisan del peligro de un sistema de censura sobre los medios audiovisuales, los empresarios que implementan los intereses económicos de los operadores privados reclaman, en nombre de la libertad de empresa, la ausencia total de cualquier regulación externa a las propias entidades empresariales, los partidos políticos nacionalistas, que si han constituido órganos de control propios en su ámbito territorial, se oponen a cualquier competencia de alcance para todo el territorio español y el Partido Popular alza la bandera de un presunto liberalismo, en connivencia con los grupos mediáticos particulares más influyentes, para tildar de intervencionista y agente censurador al proyectado Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, hasta el punto de afirmar, categóricamente, que lo suprimirá en cuanto que constituya el, que ya da por seguro, su próximo gobierno de España.