Comunicación y RRSS

PESCADOR EN TWITTER II.

(publicado inicialmente el 22 de junio de 2013)

De la interminable e incansable sucesión de “perlas” que desfila ante nuestros ojos, de esa curiosísima colección de brevísimas creaciones literarias -que poco se prodiga la poesía en Twitter-, de pronto, alguna prosa, congela nuestro índice sobre el ratón y rompe la cadencia de clics, obligándonos a leer dos, tres veces… y nos gusta, nos gusta mucho. O nos plantea una duda, un desacuerdo, despierta una emoción, a favor o en contra. No nos deja indiferentes. Ha tocado alguna fibra interna de nuestro ser.

Tan breve como su continente y pese a la profundidad de su contenido, volvemos al proceso de hacer “scroll”, para que los “twits” sigan deslizándose sobre la lisa superficie del monitor, y el dedo índice recupera su ritmo, como un metrónomo de la información y proseguimos la tertulia digital, infinita, universal, enciclopédica, dispersa y libre.

Otra semana más, algunas piezas han quedado prendidas de mi anzuelo. ¿Por qué? Quién lo sabe. ¿Tú habrías “clavado” otras?

Ahora que el PP anuncia una ofensiva pro-Wert, rescato este twit que guardaba en fresco.

Desde luego, sería más, mucho más, que un simple anuncio.

Asumiendo una terrible contradicción. Después de la conclusión… ¿Qué hacer?

Una constante durante toda la semana. El personaje sigue intocable.

Mucho más que humor. Expresando una tragedia inmensa con tan contundente brevedad

Un extraordinario trabajo. El ingenio al servicio de la pedagogía. “Me quito el sombrero” respondí. El enlace en Youtube: http://youtu.be/gHJNMiSFuAM

¿Permiso por fallecimiento de familiar? Dos twits rotundos para el que puede haber sido el tema de la semana. (Gandolfini “in memorian”)


Lo de “tema de la semana”, lo ha disputado el que ya es el mas insondable misterio de la historia del siglo XXI


Y reconocer una labor que abre la Biblioteca Nacional a todos. Fuera paredes que encierren el saber.

Esta es mi pesca de esta semana. Me ha encantado presumir de mis “pescados” y no me llames exagerado por decir que son “así de grandes”.


PESCADOR EN TWITTER I.

(publicado inicialmente el 14 de junio de 2013)


En estos momentos sigo a otros 1.026 usuarios de la Red Social Twitter. Por mis gustos e intereses la mayoría están relacionados con el periodismo o la literatura, pero la práctica totalidad de los que son personas físicas, no empresas, ni instituciones, revelan una gran atención por la actualidad política, social y cultural. En general los veo como personas racionales, preocupadas por lo que pasa a su alrededor y abiertas a dar su opinión y conocer la de los demás. Honestos interlocutores en este debate, en corto y apresurado, que caracteriza nuestra época. Como además, somos muchos los que no dudamos en “hacer retweet” de aquellos “twits” que, por algún motivo, nos merecen poderosamente la atención, la audiencia se expande, amplia, multiplica, más allá de nuestro control.

De la interminable e incansable sucesión de “perlas” que desfila ante nuestros ojos, de esa curiosísima colección de brevísimas creaciones literarias -que poco se prodiga la poesía en Twitter-, de pronto, alguna prosa, congela nuestro índice sobre el ratón y rompe la cadencia de clics, obligándonos a leer dos, tres veces… y nos gusta, nos gusta mucho. O nos plantea una duda, un desacuerdo, despierta una emoción, a favor o en contra. No nos deja indiferentes. Ha tocado alguna fibra interna de nuestro ser.

Tan breve como su continente y pese a la profundidad de su contenido, volvemos al proceso de hacer “scroll”, para que los “twits” sigan deslizándose sobre la lisa superficie del monitor, y el dedo índice recupera su ritmo, como un metrónomo de la información y proseguimos la tertulia digital, infinita, universal, enciclopédica, dispersa y libre.

Pero la caña de pescar estaba echada y algunas piezas han quedado prendidas de mi anzuelo. ¿Por qué? Quién lo sabe. Escurridizas presas que me gusta exhibir a todos, capturadas en Twitter.

¿Qué despierta a un pueblo y lo hace rebelarse?


Imposible reprimir la exhibición de orgullo compartido y cobrarse viejos agravios


Como resumir magistralmente todo un concepto muy complejo


Dentro del problema, compartiendo la angustia y el pesar.


Contesté: “Esta imagen vale muchos kilos de palabras”


Ironía fina pero contundente.

Y como soy de los que creo que, aunque no me gusta la “pacatería” de lo políticamente correcto, lo valiente no quita lo cortés:


Esta es mi pesca de esta semana. Me ha encantado presumir de mis “pescados” y no me llames exagerado por decir que son “así de grandes”.




A PROPÓSITO DE RTVE: ¡ES LA VERGÜENZA, ESTÚPIDO!

(publicado inicialmente el 23 de Septiembre de 2011)

Vergüenza que, al parecer, solo tiene el Consejero nombrado a propuesta de CCOO y que, en consecuencia con lo vergonzoso de lo acaecido, ha presentado su dimisión fulminante.

No voy a tratar de la decisión tomada por el Consejo de Administración de la Corporación RTVE, ni de sus posibles consecuencias para las libertades democráticas y en especial la de opinión e información, ni de la reacción furibunda y multitudinaria provocada y la irremediable marcha atrás en el despropósito pretendido. En apenas 24 horas el proceso de acción-reacción se ha consumado y opiniones a miles, - no he conocido ninguna a favor – han mostrado la todavía capacidad de movilización e indignación contra los tics totalitarios que, aún hoy, nos amenazan. Sintiéndome movilizado e indignado como el que más, no creo necesario insistir en lo que, con mejor retórica y más rigurosos argumentos, han expresado ya muchos. Mi reflexión quiero que trate sobre las instituciones y órganos de control de los poderes públicos y/o de aquellos servicios esenciales para el correcto funcionamiento de la democracia y de la responsabilidad política que los partidos y sus representantes no terminan de asumir y pretenden sistemáticamente eludir.

Y es que entre el marasmo de opiniones, denuncias y alternativas que se han generado, son reiteradas y multitudinarias las que acuden a pedir “profesionales”, para la composición del máximo órgano rector de RTVE, frente a una supuesta extracción “política” de los actuales miembros, como si esa fuera la, tan simple, solución requerida.

Sin embargo, los requisitos, exigencias y normativa que afectan al Consejo de Administración de la Corporación Estatal de la RTVE, contenidos en la ley LEY 17/2006, de 5 de junio, deberían ser más que suficientes y cualificados para que el funcionamiento de “la cosa” no diese lugar a situaciones como la sufrida y que en la exposición de motivos asegura:

Su gestión corresponde a un Consejo de Administración integrado por doce miembros de designación parlamentaria: cuatro por el Senado y ocho por el Congreso, de los cuales dos serán propuestos por las centrales sindicales más representativas a nivel estatal y con representación en la Corporación y en sus sociedades. Los miembros del Consejo de Administración deberán contar con suficiente cualificación y experiencia para un desempeño profesional de sus responsabilidades; su mandato será de seis anos, salvo en su primera formación, con renovaciones trienales por mitades; quedan sometidos al régimen mercantil, con determinadas especialidades que detalla la presente Ley; y a reglas especiales de responsabilidad, comprendida la posibilidad del cese del Consejo en caso de gestión económica gravemente perjudicial para la Corporación.

Asimismo el Congreso, de entre los consejeros designados, designará al Presidente de la Corporación y del Consejo de Administración, el cual desempeñará la dirección ejecutiva ordinaria de la misma, actuando conforme a los criterios, objetivos generales o instrucciones que establezca el referido Consejo.”

todo lo cual viene precisamente detallado en la sección I de la ley, artículos 10 a 18 incluidos.

Tuve una participación muy activa en las discusiones sobre esta ley, anteriores a su proceso parlamentario, incluso algo tuve que ver en aquel procedimiento previo que supuso el Informe de la Comisión de Expertos convocada por el Presidente del Gobierno (comisión de sabios) y esta parte era una de las más delicadas y exigentes del proyecto y se consideró de forma amplísima el derecho comparado y las experiencias de modelos más consolidados y de prestigio en el ámbito común europeo, como la inevitable BBC. Todavía hoy, repasando la Ley, no se me ocurren más que redundancias y reiteraciones que no harían más eficaz, pero sí más farragoso, el citado texto legal.

Veamos: los miembros del Consejo son elegidos por el Congreso (ocho) y por el Senado (cuatro) tras una comparecencia personal ante una comisión parlamentaria expresa, donde son entrevistados y evaluados en su idoneidad, cualificación y experiencia. Los candidatos son propuestos por los partidos políticos, excepto dos que son propuestos por los sindicatos mayoritarios con presencia en RTVE y los elegidos los serán con, al menos, dos tercios de los votos de la cámara correspondiente. En la realidad, lo exigido en este apartado, ha resultado de la siguiente manera: de los once miembros designados (el Presidente hace el número doce) solo cuatro eran profesionales de amplia y destacada trayectoria en RTVE, de los once solo cinco habían desempeñado cometidos profesionales en el ámbito de empresas de información o comunicación escrita o audiovisual, el resto no conocían para nada RTVE ni tenían experiencia en el sector de la información y la comunicación audiovisual, contándose entre estos un director-productor cinematográfico con incursiones en el cine porno incluidas, una doctora en derecho eclesiástico, un funcionario de La Moncloa y un veterano sindicalista sin acomodo. Pero, para asegurar la mayoría de dos tercios, tiene que funcionar el “yo te voto si tú me votas” y el nivel de exigencia se relaja ostensiblemente.

Cabe señalar que la inclusión de dos miembros a propuesta de los sindicatos obedecía a una reivindicación de los propios empleados de RTVE, para ser corresponsables y participar de la gestión de la empresa pública en la que ejercen sus cometidos profesionales. Conseguido lo cual, las confederaciones de UGT y CCOO consideraron más conveniente designar personas ajenas a RTVE, despreciando e ignorando a sus propios afiliados y desoyendo la demanda de los trabajadores.

Tanto la designación por una mayoría cualificada de dos tercios de la cámara, como un hipotético cese también por una decisión mayoritaria de dos tercios, como el hecho de tener un único mandato de seis años irrepetible, renovación del Consejo por mitades y asimétrico del mandato parlamentario (de tan solo cuatro años), se suponía que reforzaba la independencia de los consejeros respecto de sus proponedores y les permitiría actuar con sujeción a su mejor criterio, conocimientos y discrecionalidad. Pero este es el país en el que las leyes son incumplidas incluso por quien las promulga y el poder legislativo se ha mostrado incapaz de proceder, en tiempo y forma, a la renovación en 2009 de la mitad del Consejo dando entrada a seis nuevos miembros, de resultas de lo cual se mantiene aún la composición inicial y el disfrute de unas excelentes prebendas por parte de quienes no desean dar motivo alguno por acelerar su sustitución en canonjía tan suculenta.

Pero además, las competencias y funciones que se detallan para el Consejo se refieren, de forma concreta y expresa, a las que comprenden tareas de administración y gestión en lo económico, financiero y más eficiencia productiva, con el propósito de asegurar los objetivos y fines de servicio público fundamental encomendados a la Corporación audiovisual. No se puede entender, a la luz de esas competencias, que el Consejo pueda interferir en aspectos tales como la libertad de expresión o de creación, ni mediatizar los contenidos de todo tipo de los medios televisión y radio que operan en RTVE, máxime cuando existe una Comisión Mixta de Control Parlamentario de RTVE que es la que, realmente, puede ejercer el papel de supervisión política de un medio público tan relevante y trascendente y cabe añadir que, ante la celebración de unas elecciones, se acumula al aparato de control institucional la acción de la Junta Electoral en forma específica.

Por último añadir la situación irregular en que se encuentra RTVE, sin la figura de un Presidente con las plenas facultades inherentes al cargo y que ha propiciado lo que a todas luces es un exceso intervencionista en la labor informativa. Anomalía que se apunta también en el “DEBE” de la irresponsabilidad política de PSOE y PP, para hacer funcionar correctamente las instituciones.

Porque lo que aquí se describe sobre RTVE es aplicable en mayor o menor medida a otras instituciones u órganos esenciales del Estado, como el CGPJ, el Tribunal Constitucional, La CNMT o el nonato  Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, por no hablar de ineficiencias, parálisis burocráticas o mediatizaciones políticas sobre Tribunal Supremo, Tribunales de Cuentas, Intervenciones y Auditorías, etc., atribuible todo al bipartidismo imperante PPSOE.

En definitiva el problema es el de la vergüenza, mejor dicho, el de la falta de vergüenza para asumir responsabilidades y dimitir o cesar a los responsables, La inacción que promueve la ineptitud, la mala fe, la corrupción… por impunidad. Esa vergüenza de nuestros mayores que obligaba a las personas a asumir la responsabilidad de sus actos e irse empujados por sus propios errores. La misma vergüenza que obligaba a partidos y organizaciones a cesar fulminantemente a sus miembros, si incurrían en esos errores y tomar medidas que evitaran la repetición de los mismos. Vergüenza que es la necesidad de regenerar la sociedad, priorizar la escala de valores de la honradez, la dignidad, la justicia, el servicio, la transparencia, la verdad, todos ellos componentes de la necesaria REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA de ESPAÑA.



EL CONSEJO ESTATAL DE MEDIOS AUDIOVISUALES, OTRA VÍCTIMA EN NOMBRE DEL FALSO LIBERALISMO.

(publicado inicialmente el 26 de Junio de 2011)

Desde que en febrero de 2005, el informe del Consejo de Expertos para la Reforma de RTVE propusiera la creación de una autoridad nacional sobre el sector audiovisual y apuntara los criterios esenciales para determinar sus funciones y composición, la falta de iniciativa del gobierno socialista y la oposición de grupos de presión con intereses corporativos o económicos, han impedido que se pusiera en práctica esa recomendación. Han pasado cinco años para debatir y aprobar la Ley 7/2010, de 31 de marzo, General de la Comunicación Audiovisual y un año más sin que este órgano supervisor sea aún una realidad.

Ahora, al tratar el Gobierno de iniciar el procedimiento de constitución del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, vuelven las presiones en contra desde posiciones ideológicas concretas y estamentos con intereses particulares al respecto. Así, ciertos sectores de la profesión periodística avisan del peligro de un sistema de censura sobre los medios audiovisuales, los empresarios que implementan los intereses económicos de los operadores privados reclaman, en nombre de la libertad de empresa, la ausencia total de cualquier regulación externa a las propias entidades empresariales, los partidos políticos nacionalistas, que si han constituido órganos de control propios en su ámbito territorial, se oponen a cualquier competencia de alcance para todo el territorio español y el Partido Popular alza la  bandera de un presunto liberalismo, en connivencia con los grupos mediáticos particulares más influyentes, para tildar de intervencionista y agente censurador al proyectado Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, hasta el punto de afirmar, categóricamente, que lo suprimirá en cuanto que constituya el, que ya da por seguro, su próximo gobierno de España.

La inmediata constitución y puesta en marcha del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales, es una medida de normalización democrática que asegura la mejor y más correcta actividad de un sector con tanta capacidad de influencia en la formación de opinión pública colectiva, de aporte de información para el libre albedrío de la ciudadanía y de mejora y extensión de la cultura y el entretenimiento para las personas. No se puede dejar que estos instrumentos, de tal repercusión en la formación y mantenimiento de valores y comportamientos, estén solo sujetos a los intereses económicos de las empresas operadoras, los intereses políticos de los gobiernos de turno y la subjetiva opinión de la deontología en el desempeño profesional de parte de los trabajadores concernidos.

Esa es la base sobre la que se sustentan las normas de la Unión Europea, que establecen la exigencia de estos órganos reguladores y la experiencia del resto de países de nuestro entorno común europeo y occidental, en relación con lo cual, la situación española es la de una clara carencia, máxime, cuando de esas experiencias se demuestra el beneficio indudable y la eficacia y objetividad de las autoridades audiovisuales existentes, sin que esos pretendidos perjuicios de intervencionismo abusivo, de control político mal ejercido y de actitudes censoras se puedan considerar ciertos.

Intereses generales como la libertad de expresión, el pluralismo, la diversidad cultural,  la protección de los consumidores o la protección de la infancia, entre otros muchos, reclaman la inmediata aplicación de la ley 7/2010 aprobada por los representantes y depositarios de la soberanía popular. Y esperemos que, frente a lo que sucede con otros órganos institucionales de supervisión y control, no se produzcan las injerencias políticas de costumbre ni se termine “clientelizando” por el sistema de cuotas, el nuevo regulador audiovisual.

La necesidad de regeneración alcanza a muchos segmentos significativos y necesarios de la actividad política global en España y la situación de los medios informativos, ubicados a la fuerza en PÚBLICOS y dependientes de los gobiernos respectivos, o CONCERTADOS y supeditados a intereses económicos y políticos concretos, no escapa a esta necesidad y, dentro de este sector, el más específico de la televisión, presenta niveles de degradación de contenidos y falta de responsabilidad social que no pueden dejarse de atajar por más tiempo.

Liberalismo, liberalismo, cuantos desatinos se pretenden en tu nombre.




EL ETERNO PROBLEMA DE RTVE: NO CREER EN EL SERVICIO PÚBLICO SI NO HAY BENEFICIO PARTICULAR.

(publicado inicialmente el 15 de junio de 2010)

Si alguna vez creímos en la sinceridad de ZP sobre la reforma de la Radiotelevisión Pública del Estado, RTVE, la situación de la actualmente Corporación y el desarrollo de la gestión de la misma, desde el 1 de enero de 2007, unidas a la política en materia audiovisual de los gobiernos del PSOE, solo nos pueden suscitar un sentimiento de fraude y frustración, agravado por los muchos esfuerzos y sacrificios llevados a cabo para lograr otros objetivos, muy distintos de los obtenidos.


La aplicación de las conclusiones del “Comité de Sabios” para la reforma de RTVE han supuesto una burla al esfuerzo y buena fe de los que constituyeron dicho comité y un insulto a la inteligencia de todos los que confiamos en que se respetaría lo esencial del dictamen final. La realidad ha sido colocar a RTVE en una situación de marginalidad respecto de las privadas, erradicar el talento y la creatividad propias para convertirla en una ventanilla de contratación de empresas privadas y, tras el humo de este gran artificio, favorecer el nacimiento y desarrollo de un grupo mediático, afín a Zapatero (que no tanto al PSOE) y su facción, cuyo mascarón de proa es La Sexta. Hoy RTVE está en peores condiciones para poder evitar su desaparición, que es el deseo no oculto de las cadenas privadas (insaciables pese a la retirada de TVE del mercado publicitario) y posición expresa del Partido Popular, ahora con el pretexto de las medidas de austeridad que exige la crisis económica.

En 2006, mediante los Acuerdos de Los Peñascales y el ERE, se asumió la pérdida de 4.180 empleos públicos y la descapitalización del talento y la experiencia que suponían los profesionales afectados, en la confianza de dejar consolidada una empresa pública mas ágil, renovada y eficiente. Sería injusto afirmar que los que quedaron, y los que se incorporaron en el proceso de conversión de trabajo temporal en indefinido, no posean la capacidad creadora, productiva e innovadora que supliera lo perdido. Lo cierto es que, simplemente, no se cuenta con ellos y se compra o subcontrata la mayor parte de la producción, en especial el “prime time”. Es injustificable, desde cualquier enfoque empresarial, la adjudicación de contratos y su mantenimiento en el tiempo a empresas de producción, con vinculaciones de capital y personales con cadenas privadas de la competencia, por lo que supone de financiación a costa propia (y del presupuesto publico) de los mismos que pujan por derechos de emisión deportivos, cinematográficos, etc., esenciales para mantener los niveles de audiencia.

La gestión de Luis Fernández, primer presidente de la Corporación, ha sido la de inyectar dinero en los proveedores externos de contenidos, copar con nombramientos de personas ajenas a RTVE, incluso ajenas al medio audiovisual, el cuadro directivo y marginar y maltratar a los profesionales de la plantilla de personal fijo, Gracias a Fernández no hay, en RTVE, política de Relaciones Laborales, de Estimulo, Mérito y Productividad, de Carreras Profesionales. Ha dejado tras de si el conflicto larvado, el descontento, la parálisis del diálogo y negociación con los trabajadores, la desmotivación. Con el pretexto de la retirada de la publicidad a TVE, Luis Fernández vió la ocasión de abandonar tratando de mantener la dignidad. Lo cierto es que no quería que la caldera a presión le explotara en su cara y ya tenía asegurada una magnifica acogida, por un sector empresarial, al que había beneficiado generosamente desde su puesto de Presidente de la Corporación RTVE.

Es lamentable constatar el papel de los dos sindicatos mayoritarios CCOO y UGT en este estado de cosas. Por un lado, el nombramiento de los miembros que les corresponden en el Consejo de Administración, ha sido una prebenda a compromisos de cualquier tipo menos a la obligación de que los trabajadores de RTVE participaran de la gestión de su propio trabajo al servicio de la sociedad y las libertades y, desde luego, tampoco se aprecia que el papel, de dichos consejeros “obreros”, se caracteriza por la preocupación de ajustar la gestión de la Corporación a las exigencias de la democracia industrial, de la eficiencia productiva, de la administración transparente y honesta, todo ello en el plano interior y, en el plano exterior, por el mejor servicio público, orientado a dar satisfacción a las demandas de información, cultura y entretenimiento de la ciudadanía, con especial atención hacia los sectores mas desfavorecidos y necesitados de actuaciones efectivas de políticas de responsabilidad social, de un medio de comunicación público.

Pero el papel de las secciones sindicales de CCOO y UGT y de sus miembros en los Comités de empresa correspondientes, no ha sido mejor. Mediatizados por la super-estructura jerárquica de sus organizaciones, no se les ha permitido desarrollar una acción sindical autónoma y que pudiera discrepar de los compromisos confederales con el gobierno socialista (todo ese “buen rollito” que ha durado hasta la inminente reforma laboral y que escenificaban ZP y Cándido Méndez, cogiéndose de la mano en mítines obreros y con sendos pañuelitos rojos al cuello). Maniatados y amordazados por la jerarquía burocrática confederal, incapaces de elaborar, planificar y aplicar una estrategia sindical en beneficio de los trabajadores representados, han jugado a ganarse los favores de una Dirección de Recursos Humanos mercenaria, a competir en engañarse (y engañar a los trabajadores) con negociaciones secretas, sobre colocaciones de afiliados en oposiciones de dudosa objetividad y ninguna transparencia, obtención de favores sobre traslados, pluses y nombramientos menores y alguna que otra reivindicación de carácter regional o localista, para satisfacer clientelas concretas en momentos electorales concretos. No existe Convenio Colectivo de la Corporación RTVE (1-Enero-2007) y está prorrogado el del antiguo Ente Público. No hay actualización salarial de 2009 y 2010. La Dirección de RR.HH. practica constantemente la desregulación de las normas aún vigentes y los trabajadores asisten con rabia a la ocupación de sus tareas por subcontratas externas, y los intentos de otras fuerzas sindicales minoritarias, especialmente “Alternativa RTVE”, por cambiar esta situación, es sistemáticamente saboteada por los todavía “mayoritarios”.

La elección del segundo presidente para la Corporación RTVE en la personal de Alberto Oliart es una nueva decepción y confirma la falta de interés de los responsables políticos, de ZP y Rajoy, por el servicio público de comunicación audiovisual, salvo cuando de sus conveniencias publicitarias se trata y la deliberada ignorancia de los dictámenes del Tribunal de Cuentas o sentencias recientes como la del juzgado nº 32 de los de Barcelona, son injustificables y ya deberían haber hecho rodar la cabeza de Gaiteiro, como mínimo.

Que menos que esperar para una empresa pública del tamaño, presupuesto y proyección social de RTVE que designar al frente a alguien con conocimiento del medio, capacidad dirigente, ambición profesional, incluso política. Una persona que se levante por la mañana dispuesto a demostrar en un cargo como el de Presidente de RTVE que es capaz, inteligente, eficaz, el mejor, y que lo haga con dedicación, esfuerzo e ilusión. Un/a dirigente que sepa formar equipo, seleccionar a los mejores, separar el grano de la paja, fijar objetivos, corregir desviaciones, exigir responsabilidades, incentivar y motivar. Lo normal: alguien con ganas de triunfar y demostrarlo.

Con todos los respetos para Oliart, nada de estos requisitos le caracterizan. Por edad y hoja de servicios está por encima de demostrar nada y ganas de esforzarse, se ve claramente, no tiene. Una inesperada dignidad cuando ya ningún cometido esperaba. Desempeñada como una distracción de jubilado. Aprovechada para “colocar” algún familiar o allegado. Rehén de ejecutivos como Gaiteiro, Bretos, y otros 180 de la misma calaña, que sólo esperan cobrar el mayor tiempo posible de RTVE antes que alguien los cese y en tal aprovechamiento dejan pasar los años y manejan al presidente a su antojo. Esta esperpéntica Presidencia debería durar lo menos posible, por dignidad al menos, pero... ¿Quien se tomará en serio alguna vez la Radio y la Televisión Públicas, de todos y para todos?

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