jueves, 22 de abril de 2010

EL FRANQUISMO IMPUNE Y EL INSOPORTABLE OLOR A CORRUPCIÓN

Con un pié, o casi, en la tercera edad, somos muchos los españoles que hemos vivido una parte sustancial de nuestra existencia en el régimen franquista y que hemos sufrido en primera persona la imposición de una dictadura, cimentada con un baño de sangre y mantenida mediante el terror y la represión. Pensábamos que llegaría el día en que Franco y sus secuaces serian juzgados y condenados, tras resurgir de nuevo la democracia y ocupar el sitio que nos correspondería en una Europa unida y en libertad. No era afán de venganza sino la lógica actuación de la justicia para dejar marcada, en la historia, la verdad de la ignominia franquista y fascistas de toda laya que contribuyeron a ella, a la par que se restituían la dignidad y el respeto por tanto represaliado, cuyo único delito fue pensar diferente. Grande fue nuestra decepción cuando la transición se cerro con un “borrón y cuenta nueva” y “aquí no ha pasado nada”. Las victimas seguirían siendo victimas y los verdugos disfrutando del botín. Solo el afán de paz, de asegurar a nuestros hijos que no vivirían otro episodio cainita, de dar una oportunidad a una democracia joven y débil, nos ayudo a soportar el hosco dolor y la frustración.
Pero para los franquistas esta situación era una consecuencia lógica de su cruzada victoriosa. Los tiempos y la realidad internacional hacia inviable la continuidad del régimen franquista, tras la muerte del dictador, pero ellos no habían ganado una guerra para ser finalmente juzgados. Ni siquiera para perder el control de los resortes que garantizasen el disfrute de su situación de privilegio. Desde los intentos de golpe de estado al procesamiento de Garzón, pasando por el “váyase sr. González”, la imputación a ETA del 11M, el trabajo sucio de movilización callejera de la jerarquía eclesiástica y el sabotaje de las medidas contra la crisis económica, son muchas las medidas que la derecha española está articulando a través de esos vasos comunicantes que coordinan la ultraderecha confesa, con el PP, sus organizaciones “correa de transmisión” como la APM, pasando por la iglesia católica y el empresariado del pelotazo y la especulación.
Dar un escarmiento a Garzón, y con Garzón, es el objetivo común de todos los que vienen oponiéndose a la desaparición de los símbolos franquistas y del fascismo subyacente, los que niegan que personajes como Azaña, Machado, Miguel Hernández, Besteiro y otros muchos, anónimos, vean refrendado en acto judicial su condición de ciudadanos sin tacha de delito, falsamente acusados y condenados en su día, los que pretenden que aquellos que fueron enterrados en cunetas y descampados, tras ser separados violentamente de su familias, vuelvan a estas para hallar descanso en paz y poder congregar en torno a una lapida a los que aún les recuerden. Porque ese camino puede conducir a tener que dar cuentas del origen de oscuros patrimonios, de la sangre que propició carreras fulgurantes en el régimen fascista, de lo que papa o el abuelo hicieron tras la guerra incivil. Y, en cualquier caso, es negarles el derecho ¿divino? a ser los amos del cotarro, a decidir en función de sus intereses, a obtener beneficio inmediato de sus actos, al pillaje impune sin que nadie les pida cuentas de la corrupción y el saqueo de los bienes públicos. Con la cabeza de Garzón en la picota de la plaza mayor, ni Franco se removerá en su tumba, ni la corrupción pasará factura al PP y así , otra vez, ahora si, todos al suelo y que nadie se mueva.
Pero lo increíble de todo esto es la falta de respuesta de un gobierno que parece ignorar que la reciente, pasada y sangrienta historia de España, es la de el partido que lo sustenta y la de millones de demócratas que han sufrido, incluso muerto, por evitarla. La debilidad de Zapatero es tan evidente que no nos deja mas opción que la volver a unirnos y movilizarnos a los antifranquistas de siempre. La inacción de unos y el secuestro de instituciones clave nos obligan a ser los ciudadanos conscientes los que actuemos.

miércoles, 21 de abril de 2010

LA INTOLERANCIA ES EL VELO

El problema suscitado en un colegio público de Pozuelo, al pretender una alumna asistir a clase luciendo el “hiyab” islámico, debe debatirse precisamente desde la óptica de la labor educativa que tiene encomendada el colegio y la obligación, por tanto, de educar a esa joven, como a todos los demás.
Y la educación que se espera desde un sistema inspirado en los valores democráticos, y laico por añadidura, es precisamente la que permita erradicar cualquier comportamiento que suponga la discriminación basada en diferencias falsas, la falta de igualdad y la relativización de los derechos humanos fundamentales.
La imposición de signos externos, en el vestir o en el tocado y arreglo personal, a partir de las interpretaciones “doctrinales” de clérigos de cualquier confesión religiosa, se ha debido al interés manifiesto de separar a fieles de infieles, a propios de extraños, a sometidos de independientes. En muchos casos estas diferenciaciones se unían no solo a la creencia, también a la etnia, la tribu, la nación y, en demasiadas ocasiones, sirven para discriminar y marcar diferencias sociales (las castas), educativas y de genero, siendo en estas ultimas evidente el papel secundario y sometido de la mujer frente al varón.
Tendrá el sistema educativo y los centros que lo desarrollan y aplican que ser consecuentes con los valores que lo inspiran y que, se suponen, lograrán formar ciudadanos mas conscientes, responsables, capaces, libres, tolerantes y solidarios. Por ello no es aceptable que se permitan comportamientos que cuestionan abiertamente los objetivos de educación en igualdad y tiendan a resaltar los elementos diferenciales subjetivos.
Ese debe ser el mensaje educativo y el justificante de la norma y reglamento, que la intolerancia es el velo, ese signo externo que relega a la mujer a una condición secundaria, sometida al hombre y la señala como un oscuro objeto de incitación al pecado confesional. Detrás de una mujer con velo hay hombres que se lo imponen y eso es lo inadmisible desde el concepto de libertad.

martes, 20 de abril de 2010

SISTEMA ELECTORAL ¿EQUIDAD, EFICACIA O COHERENCIA?

Enviado a Cartas al Director de El País
Es difícil leer el artículo de opinión de José Ignacio Wert (El País 20-04-2010) y no decidirse a opinar sobre una cuestión, la reforma del sistema electoral español, que claramente necesita una revisión y no precisamente la que, una vez mas, PSOE y PP están compadreando a su conveniencia.
Pretende el Sr. Wert dar respuesta a un artículo anterior de Rosa Diez en la que esta reclamaba un sistema mas equitativo, no solo con los partidos minoritarios de ámbito estatal, también con la libertad individual y la igualdad jurídica de los ciudadanos, justificando dicha inequidad (el opinante en ningún momento la niega), con el peregrino argumento de que se correría el riesgo de “dificultar mucho la gobernabilidad”
Así pues, para el Sr. Wert, el hecho de que partidos como PNV, CIU, BNG, CC y algún que otro de ámbito nacionalista o regionalista, consigan una presencia parlamentaria superior a la justa proporción de sus votos obtenidos, sobre la que correspondería a otros partidos como UPyD e IU, posibilita, en ausencia de una mayoría parlamentaria suficiente, el establecimiento de pactos que garantizan la gobernabilidad de España. Se deduce que si los escaños necesarios, para pactar, fueran los de IU y UPyD no sería posible esa gobernabilidad.
Sin embargo, somos muchos los ciudadanos que estamos hartos de asistir a la descarada política de chantajes, a la que gustosamente se han venido sometiendo los gobiernos del PSOE y del PP, cuando han requerido de la “media docena de votos” de nacionalistas varios, para sacar adelante sus propuestas en el Parlamento o, simplemente, para “no ir solos”. Esa política de arrancar beneficios exclusivos para algunos a costa de los intereses de todos, es la que cada día da mas alas a las tendencias soberanistas y a las practicas insolidarias, que priman a los conseguidores “locales” y devendrá necesariamente, (está ocurriendo ya) en la ingobernabilidad absoluta. ¿Cuanto tardarán los murcianos en comprender, que si logran un partido “murcianista”, con tres o cuatro escaños, podrán pactar a cambio de sus apoyos parlamentarios toda el agua que quieran y que no les consiguen ni PP ni PSOE? Ponga Ud, mismo cualquier otro ejemplo que quiera.
Claro que la hipótesis de que los pactos parlamentarios para sacar adelante propuestas mayoritarias, se basen en la negociación y la coincidencia de objetivos y de ideas, de inspiración tan amplia como lo es la propia España, podría suponer reformar el sistema electoral en pro de la equidad, la eficacia y, además, la coherencia y no tener que elegir renunciando a ninguna de estas cualidades como, con habilidad, nos propone el Sr Wert.