lunes, 8 de agosto de 2011

007 CONTRA LOS [MALÍSIMOS] MERCADOS


Bond, James Bond, el infalible, letal e irresistible agente 007, que mantiene la eficaz, superior, tapadera de ser un personaje de ficción, fruto de la fantasía de Ian Fleming, ha sido en innumerables y dramáticas ocasiones el héroe capaz de hacer fracasar horribles planes y propósitos, nacidos en las mentes de los peores villanos que en el mundo han sido. Sobre todo Bond, James Bond, ha sido el desbaratador de los intentos de SPECTRA, el no va más de las organizaciones secretas y criminales, para poner de rodillas al mundo, más que nada al occidental, con chantajes y amenazas de la peor especie por las que intentaba monopolizar materias primas esenciales para la economía, o bien un enfrentamiento armado entre los bloques de la guerra fría para imponerse sobre el caos subsiguiente, ahora tener la capacidad de provocar catástrofes naturales a voluntad, ora secuestrar a la “creme de la creme” de la ciencia para desarrollar terribles armas de destrucción, etc…, etc…, etc.

Por eso somos muchos los que nos preguntamos donde está hoy Bond, James Bond. ¿Porqué la Inteligencia al servicio de su Majestad Británica no le ha puesto en marcha ya, debidamente equipado con los increíbles y eficaces artefactos de Q y con absoluta e indiscutible licencia para matar, para acabar con los malos, malísimos mercados que amenazan la paz, tranquilidad y prosperidad del mundo, más que nada el occidental, y que son la versión moderna, más letal y destructiva si cabe, de las asociaciones de malhechores sucesoras de SPECTRA, Goldfinger y el Doctor NO? Nos aterra pensar que M le tenga arrestado por machista, políticamente incorrecto, por ser más elegante y apuesto que ella o porque aún no haya pagado los trastos rotos de su última misión, que impiden cuadrar los presupuestos austeros de la coalición Liberal-Conservadora en el poder.

Claro que no haría falta esperar la entrada en acción de Bond, James Bond, el agente 007 al servicio de su Majestad y con licencia para matar, si los gobiernos europeos, esos políticos a los que los ciudadanos hemos votado para entregarles el poder que se supone emana de la soberanía popular; para encomendarles la administración del conjunto de nuestros bienes, colectivos; para permitirles disponer, hasta cierto punto y siempre con vistas al bien común, de nuestros bienes individuales; para gestionar y solucionar los conflictos de intereses, culturales, sociales, étnicos, etc. Esos políticos a los que pagamos, y muy bien, y concedemos privilegios y gabelas inherentes al puesto, para que intenten alejar de nosotros los sufrimientos y nos procuren apenas unas gotas de felicidad terrenal en el efímero transito de nuestra existencia. Si esos gobiernos y esos políticos, digo, se atrevieran a ejercer ese poder democrático y en defensa de los que representan declarasen la deuda de cualquier país europeo, deuda europea y con la seguridad de esa declaración decidiesen, unilateralmente, que el interés de la misma será la del Euribor vigente en el momento de su adquisición, que ya es ganar y lo demás usura. Y, además, decidiesen investigar a fondo, hasta sus últimas consecuencias, las sospechosas relaciones de capital entre las entidades de calificación de riesgos y muchos de los inversores-especuladores que se enmascaran tras la máscara de los mercados y que se benefician claramente de las decisiones “calificativas” de estas agencias. Y, también, que se acaban las consideraciones para con los paraísos fiscales, la evasión de impuestos y el blanqueo de fondos. Que se castigarán, con la máxima severidad, la falta de transparencia bancaria, la corrupción y las malas prácticas comerciales.

Podríamos esperar también que se superasen los nacionalismos egoístas e insolidarios y que se promulgasen medidas de convergencia fiscal, de rigor presupuestario, de fondos de compensación y desarrollo intra-territoriales, de medidas en el tiempo de homogeneidad de servicios sociales, participación democrática e igualdad en derechos civiles y económicos. Y, ya puestos, a conseguir, en el plazo más breve de tiempo, que los ciudadanos europeos elijamos, en elecciones libres y directas, a la persona que ostente la Presidencia de una Unión Europea compacta, coherente, eficaz y eficiente en su propia gobernanza y en el devenir de la comunidad internacional.

Pero como estamos en Agosto, el mes de las serpientes marinas, de la literatura ligera y divertida, de las reposiciones televisivas, seamos realistas y como este post va ser leído por muy pocas personas, quedémonos con lo menos fantasioso, inverosímil e improbable, esperemos, y para ello no escatimemos en velas a San Judas, San Pancracio, Santa Bárbara o cualquier otro súper-especializado venerable del santoral romano de Ratzinger, que Bond, James Bond, el fabuloso agente 007 reciba, previo permiso de su Majestad, la orden de M de acabar con estos malos, malísimos, mercados. Ya estas tardando, Oh! James, tú eres nuestra última esperanza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Voy a buscar en mi agenda porque creo que ha llegado la hora de localizar a Bong, James Bong??. jajajajaja

Me he divertido con la lectura. Y visto así resulta menso angustioso.

Desde la Isla Pirata, gracias.