Por supuesto no tendré la
osadía/desvergüenza de atribuirme originalidad alguna y, para muchos, esta
historia es vieja y conocida pero, por aquello de las nuevas generaciones y
refrescar conocimientos, me parece oportuno y hasta divertido volver a recordar
lo que tiene muchas trazas de ser una constante, en el desempeño de la ardua
tarea de gobernar.
Cuentan las crónicas que en
el momento de producirse el traspaso de poderes de un Presidente a otro, en una
de las primeras alternancias de poder de nuestra transición, el prócer
saliente, aprovechando un aparte, le musitó al nuevo inquilino monclovita:
- En
la caja fuerte del despacho presidencial te dejo algunos informes sensibles
para el Estado y, junto con los mismos, hallarás tres sobres numerados, 1, 2 y
3. En estos encontraras un consejo en cada uno para tres momentos cruciales, en
los que percibas descontento ciudadano y fuerte ambiente crítico con tu
gestión. Ábrelos por orden y ten por seguro que serán de utilidad.
No tardo mucho el nuevo Presidente
en decidirse a abrir el primer sobre. La bisoñez en el cargo, la falta de
experiencia en dirigir un equipo de “primas donnas”, ciertas incoherencias
entre lo prometido y lo que se iba ejecutando, la “caña” que la prensa y
oposición “daban” con esos errores, casi ineludibles, de los primeros pasos;
que se acababan los tradicionales 100 días de gracia y, ¿por qué no
reconocerlo? cierta curiosidad con lo contenido, hicieron imperativo rasgar el
número 1 y leer el consejo escrito, escueto, en una cuartilla blanca, sin
membrete.
Simple pero seguramente
eficaz, pensó el Presidente, e inmediatamente reunió al equipo de estrategia
política y de comunicación del Gobierno, así como del partido político que lo sustentaba,
y se diseñó, planificó, implementó y puso en marcha toda una campaña destinada
a dejar claro a la ciudadanía, convenciendo a los más recalcitrantes, que tan
mala y desastrosa había sido la gestión del Gobierno anterior, que resultaba
una tarea titánica remontarla, corregirla y aplicar de forma correcta y
eficiente su propio programa político.
Además esta campaña tenía
como efectos complementarios: que unía y tensionaba a todo el aparato
partidario contra el enemigo común, le daba algo que hacer y en que ocuparse y
alejaba el riesgo de ver nacer la disensión y la crítica interna, unido a que
provocaba la respuesta airada de la oposición, otrora Gobierno, y el espectáculo
de replicas y contrarréplicas, de acusaciones y de los “y tu mas”, todo ello
bien suministrado por los “mas-media” a las masas, centraba el interés popular
en la bronca y distraía su atención de los problemas reales.
Como no podía ser de otra
forma, todo funcionó a plena satisfacción y durante mucho tiempo se disfrutaron
los resultados de la perfecta ejecución de la estrategia, lo que permitió cubrir
sin graves problemas algo más del primer tercio de la legislatura - aunque
algunos historiadores aseguran que en realidad se trató de toda una primera
legislatura -.
Pero los electores no dejan
para mucho tiempo lo de ser exigentes. La oposición, enrabietada por la
jugarreta anterior, “apretaba las tuercas” cada día más y con mas atino. Y en
el plano interno de su partido, los ambiciosos que siempre hay, esperando tu
debilidad y su oportunidad, empezaban a generar problemas y movimientos
conspiratorios claros. El momento de abrir el segundo sobre parecía haber
llegado y así fue como se volvió a abrir la caja fuerte, para que el número 2
mostrase su consejo:
-
“PRESENTA UN GRANDIOSO PLAN DE
REALIZACIONES, REFORMAS Y MEJORAS”
Así de fácil. De nuevo los
expertos y asesores se “pusieron al tajo” y con gran celeridad estaba listo
todo un catalogo de proyectos, inversiones e inauguraciones, que dejarían “con
la boca abierta” a todo el cuerpo electoral. Y nuevamente también, la
maquinaria partidaria encontró un gran reto que ejecutar y se fraguó la unidad
interna y los conspiradores tuvieron que volver a las sombras y todo eran
ruedas de prensa y salir en la foto y acusar a la oposición de pretender
boicotear los imprescindibles proyectos para el país.
Entre presentaciones
multimedia, puestas de primeras piedras, reseñas de Consejos de Ministros y
pre-inauguraciones de cosas apenas iniciadas, el Presidente tuvo otro dilatado
periodo de gobernación, sin escollos especialmente relevantes mas allá de lo
habitual y esperado, teniendo todo bajo control casi lo que restaba de
legislatura – los historiadores discrepantes apuntan a que se trató de toda,
una completa segunda legislatura -.
“Sed
fugit interea fugit irreparabile tempus” ("Pero huye entre tanto, huye irreparable el
tiempo") que decía Virgilio o en latín castizo: “Tempus fugit” (el tiempo huye) y los efectos de la
grandiosa campaña, de magnificas realizaciones y promesas, se diluían como
azucarillos, máxime cuando la mayoría de los proyectos iniciados no se
concretaban en nada, otra gran parte estaban a medio hacer y, a cuenta de los
graves escándalos de corrupción que se destapaban cada día sobre los terminados
o más avanzados, la oposición hacia una dura labor de zapa y los ciudadanos
tornaban las expectativas en indignación y descontento con el Gobierno y su Presidente.
Si, definitivamente, había llegado el momento de
acudir al sobre número tres, la situación era sin duda la más crítica y el
consejo seguramente sería el más acertado y eficaz. El Presidente repitió por
tercera vez el gesto, abrió la caja fuerte, rasgó el papel, extrajo la conocida
cuartilla blanca sin membrete y leyó, con avidez, la sentencia:
"ESCRIBE TRES NOTAS PARA TRES SOBRES QUE
DEJARÁS A TU SUCESOR."
2 comentarios:
Pues, eso. ¡Ay, Paco. Cómo se les ve el plemero a mucha distancia! Te felicito por lo divertido del artículo. Me he reído un ratico. Un fuerte abrazo.
Esta es una historia que suele contarse en los cursos de formación de directivos y, la verdad, tiene mucho sentido y, lo cierto es que he tenido ocasión de ser testigo de su utilización a pequeña escala.
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