No
es la primera vez que sucede, empezando por aquel intento nefasto de querer
tratar al sur como una comunidad de segunda, menospreciada, a la que negar
cualquier consideración histórica, que no ya derechos consuetudinarios y relegar
al procedimiento, constitucional pero menor, del artículo 143 frente a la
alfombra roja del 151, y que los andaluces ni olvidan, ni perdonan, a la
derecha nacional y al nacionalismo derechista, insolidario y excluyente de
Cataluña y País Vasco.
En
estas elecciones del 23 de Marzo, este viejo pueblo mecido por dos mares,
curtido por miles de batallas y con toda la historia de la humanidad en su
cabeza, ha vuelto a demostrar su innata sabiduría, su ponderación, su saber
hacer y entender y, pese a las trampas de los políticos y de un sistema
electoral trucado, ha ejercido su derecho democrático de votar y elegir,
aunando la cabeza y el corazón, que el razonamiento no puede dejar de lado
cuando las entrañas rugen, unas de hambre y otras de indignación contra la
injusticia.
Si
alguna vez, en España, fuera posible elegir por distritos uninominales,
candidatos que no listas, personas con condiciones, capacidades, honestidad,
compromiso y cara y ojos, en lugar de listas compactas, pétreas, uniformadas,
disciplinadas, ajenas y gratificadas, estoy seguro que ciudadanos que saben
mirar a los ojos y leerse hasta el último pliegue del alma, acertarán para
elegir los mejores, más sanos y talentosos, que les representen y gobiernen.
En
el mientras tanto, y si hay que elegir imperiosamente de entre una colección de
listas pre hechas y un catálogo de logotipos coloridos, se pueden hacer dos
cosas: sin duda elegir al mejor y, si hay duda, elegir al menos malo.
Los
augures vaticinaban el descalabro de los dos grandes partidos y la eclosión,
más bien la erupción, de la fuerza de la naturaleza encarnada en PODEMOS. El
bipartidismo desaparecería como por ensalmo y, todo trastocado, los andaluces empezarían
a experimentar el vértigo de los políticos de nuevo cuño, que todo lo prometen
y todo lo ven posible, sin explicar cómo y sin poder exhibir un mínimo currículo
de lo ya hecho y demostrado en momentos previos o responsabilidades menores.
Ahora,
los datos nos muestran una redistribución del voto que, salvo cegueras
interesadas, son un paradigma de la lógica y la razón.
La
derecha rancia, conservadora, al servicio de los poderes económicos de siempre
y con ese inconfundible aire de señoritos cortijeros que los caracteriza en
Andalucía, ha sido repudiada nuevamente por la convicción mayoritaria de que no
sirven al pueblo, desde luego no a los más desfavorecidos. El plan de
laminación de derechos y logros, democráticos, sociales y económicos que el PP
viene perpetrando en toda España y que sufren claramente los andaluces, tenía
que tener consecuencias y así ha sido, y la inmensa mancha de corrupción y
latrocinio que esas siglas van extendiendo, cada día que pasa, tampoco podía
dejar de tener consecuencias, máxime con la consideración que en Andalucía se
hace de esa corrupción: beneficia a los más poderosos, para ser más poderosos
aún, codicia sobre codicia, y seguir detentando el poder omnímodo y eterno
sobre los que consideran sus siervos, por no se sabe bien que condena divina
para estos y bendición justa para aquellos.
Así
que la gente de derechas andaluza, la “gente de orden de toa la vida”, ¡ea! Se ha
buscado la reserva de futuro en CIUDADANOS, que son muy formales, muy educados,
muy españolistas y de derechas, liberales por más señas, que aquí ya no se
engaña nadie. Podía haber sido la opción de UPyD, son casi lo mismo, pero el
personalismo y "divismo" de doña Rosa, que hace de los magenta una secta y no un
partido político, no termina de gustar a los compadres del Séneca (referente al
personaje creado por el ínclito intelectual franquista José María Pemán) y ha
sido ese Alberto que se hace llamar Albert, el que ha recolectado la madura
fruta que corría el riesgo de caer a tierra y perderse para la futura cosecha.
Y
PODEMOS ha rebañado por la borda contraria, por babor, que es la izquierda en
el sentido de la marcha y mirando hacia proa, -o sea que hay babor y estribor,
derecha e izquierda, pese a que está de moda negar tal cosa- empezando por IU y
sorbiendo todos los rastros de grupúsculos izquierdistas, anarquistas,
revolucionarios varios y descontentos indignados que florecían asilvestrados en
los lares de las cortijadas y extrarradios sureños. Para mención extraordinaria
de cronistas quedará el “farol” de Izquierda Unida, que quiso poner a prueba la
bisoñez de Susana Díaz, apostando su presencia en el Gobierno Andaluz a que conseguían
domeñar a Susanita y su ratón, y han terminado tan reducidos que hasta la célebre
Isla Mínima les parecerá, a partir de ahora, un continente entero. Claro que,
eso de querer ser todo al mismo tiempo, lo más progre de los más progre, el
puzle de los ismos: izquierdismo, ecologismo, feminismo, pacifismo,
autodeterminismo, obrerismo, etc., y otro montón de “antis” incluido el “antipsoecialismo”,
termina dando la imagen más incoherente, inconsistente, confusa y oportunista
que imaginarse pueda. Y eso se paga.
En
fin que PODEMOS está ahí, pero reúne todos los saldos de la izquierda y algún retal,
mínimo, del PSOE. Una hazaña sí, pero lo que se esperaba como el gran terremoto
político, capaz de no dejar piedra sobre piedra, se ha quedado en una OPA
hostil que asienta sobre el tablero a un nuevo jugador, eso sí, con condiciones
de crear mucho juego en el futuro pero con la exigencia de demostrar con hechos
lo que de momento no suenan más que a bravuconadas.
Mientras,
en el PSOE todos sus dirigentes se aprestan a “celebrar”, debidamente, la
Semana Santa y a peregrinar en la subsiguiente Romería del Rocío, que de bien
nacidos es estar agradecido: “Virgencita que me quede como estoy”, y la falta
de mayoría absoluta ya se resolverá con el mercadeo preciso, que esta es tierra
antigua y los fenicios dejaron su impronta indeleble, sin duda.
No
deja de sorprender a muchos que la corrupción asociada a muchos altos cargos, y
también medios, de la Junta de Andalucía, y a los dos grandes sindicatos, de
forma significativa a la UGT regional de la que emergió el líder nacional Cándido
Méndez, parece haber sido ignorada por los votantes, y no será por el esfuerzo
titánico que está haciendo la Jueza Alaya para lograr imputar de Largo
Caballero para abajo, “a todo Dios”, en un sumario que no acaba nunca para que
se pueda celebrar, ya, un juicio “de veras”, y que resuelve actuaciones y
providencias siempre en fechas clave de clara repercusión política (Nunca hasta
ahora he comentado la actuación de esta jueza, esperando que llegue hasta el
final y sin sombras finales, pero es que ciertas cosas “ya huelen”). Piensan
que a los andaluces no les importa por incultura, o incivismo, o ambas cosas, o
lo atribuyen a un sistema clientelar –el PER, siempre el PER- que cautiva los
votos y no deja lugar al voto independiente y objetivo que demanda la
democracia más perfecta.
Esos
que señalan, embebidos de santa indignación, el supuesto clientelismo andaluz,
son los mismos que callan convenientemente ante la insolidaridad y trato de
favor que representan los impuestos forales de Navarra y el País Vasco, y que
son en la práctica el modelo clientelar institucionalizado, o el trato
preferente en inversiones, créditos y fomento industrial que ha recibido Cataluña
en los tres últimos siglos, sin que eso les impida ir de victimas perennes a los
nacionalistas del “España nos roba”. Por no hablar del nepotismo absoluto y el “entrismo”
en las instituciones protagonizado por el PP.
¿Y
si hay que elegir entre corrupciones? ¿Son todas lo mismo? ¿Es igual el
acaparador que ya desde el poder económico, y el político, incluso el eclesiástico,
corrompe y roba, como ya hizo para alcanzar ese poder y con el propósito de
mantenerlo, incrementarlo, a toda costa, a costa de millones de seres a los que
considera inferiores y siervos de su ambición? ¿Igual que el desgraciado que hallándose
de improviso en situación de oportunidad, no sabe refrenar su tentación, su afán
de desquite, su necesidad de salir de la marginalidad, de la mediocridad, de la
incertidumbre y el albur, olvida su dignidad y honestidad y “mete la mano”, hundiéndose
en la vorágine del “pringao” que de pronto ha descubierto que la vida puede ser
muy distinta?
No
crea nadie que pretendo justificar nada y menos que nada la perdida de la
vergüenza, la dignidad y la honradez, que para muchos es el único aunque
intangible, patrimonio que conservar. Pero si entre corruptos y corruptos hay
que elegir, hay que saber distinguir, que todo veneno mata, pero no todos
tienen el mismo sabor. Así que entre Rinconete, Cortadillo o Curro Jiménez de
un lado y los March, Pujol, Botín, Franco, de otro, el pueblo llano,
simplemente, no dudará mucho. Lo que no tiene discusión es que si, todos, dan
con la justicia, que les sea administrada con el máximo rigor y ejemplaridad.
Pero
volviendo al principio de esta reflexión, en Andalucía, como en Madrid,
Valencia, Baleares, Galicia, y otros sitios invadidos por corruptos y
corruptores, no deberían presentársenos a los electores esas listas con logos y
colorines, que enmascaran a los deshonestos, a los trepas, a los timadores, a
los incompetentes, a los ineptos, a los aplaudidores, a los sacasillas, a los
mamporreros, a los serviles, a los incondicionales, a los acríticos, a los
sicarios. Elección uno por uno, dando la cara y el resto de lo que se es, se
quiere, se parece, Ganándose con el compromiso el apoyo de los ciudadanos y
obteniendo al mismo tiempo la autonomía frente a los mercadeos y conveniencias
de los burócratas de partido.
Mientras
los cuatro “Popes” de siempre mantengan el sistema electoral y las reglas de
juego políticas que les permita zafarse al poder del pueblo, este siempre encontrará
la manera de ir encontrando de lo menos malo, lo soportable. Como en Andalucía
y… hasta la próxima.
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