lunes, 23 de enero de 2012

EL CUENTO, O TAL VEZ MITO, O TAL VEZ LEYENDA, O TAL VEZ VERDAD, DE LOS TRES SOBRES.


Por supuesto no tendré la osadía/desvergüenza de atribuirme originalidad alguna y, para muchos, esta historia es vieja y conocida pero, por aquello de las nuevas generaciones y refrescar conocimientos, me parece oportuno y hasta divertido volver a recordar lo que tiene muchas trazas de ser una constante, en el desempeño de la ardua tarea de gobernar.

Cuentan las crónicas que en el momento de producirse el traspaso de poderes de un Presidente a otro, en una de las primeras alternancias de poder de nuestra transición, el prócer saliente, aprovechando un aparte, le musitó al nuevo inquilino monclovita: 

- En la caja fuerte del despacho presidencial te dejo algunos informes sensibles para el Estado y, junto con los mismos, hallarás tres sobres numerados, 1, 2 y 3. En estos encontraras un consejo en cada uno para tres momentos cruciales, en los que percibas descontento ciudadano y fuerte ambiente crítico con tu gestión. Ábrelos por orden y ten por seguro que serán de utilidad.

No tardo mucho el nuevo Presidente en decidirse a abrir el primer sobre. La bisoñez en el cargo, la falta de experiencia en dirigir un equipo de “primas donnas”, ciertas incoherencias entre lo prometido y lo que se iba ejecutando, la “caña” que la prensa y oposición “daban” con esos errores, casi ineludibles, de los primeros pasos; que se acababan los tradicionales 100 días de gracia y, ¿por qué no reconocerlo? cierta curiosidad con lo contenido, hicieron imperativo rasgar el número 1 y leer el consejo escrito, escueto, en una cuartilla blanca, sin membrete.

-       “HECHA LA CULPA DE TODO A LOS PROBLEMAS HEREDADOS DE MI GOBIERNO”

Simple pero seguramente eficaz, pensó el Presidente, e inmediatamente reunió al equipo de estrategia política y de comunicación del Gobierno, así como del partido político que lo sustentaba, y se diseñó, planificó, implementó y puso en marcha toda una campaña destinada a dejar claro a la ciudadanía, convenciendo a los más recalcitrantes, que tan mala y desastrosa había sido la gestión del Gobierno anterior, que resultaba una tarea titánica remontarla, corregirla y aplicar de forma correcta y eficiente su propio programa político.

Además esta campaña tenía como efectos complementarios: que unía y tensionaba a todo el aparato partidario contra el enemigo común, le daba algo que hacer y en que ocuparse y alejaba el riesgo de ver nacer la disensión y la crítica interna, unido a que provocaba la respuesta airada de la oposición, otrora Gobierno, y el espectáculo de replicas y contrarréplicas, de acusaciones y de los “y tu mas”, todo ello bien suministrado por los “mas-media” a las masas, centraba el interés popular en la bronca y distraía su atención de los problemas reales.

Como no podía ser de otra forma, todo funcionó a plena satisfacción y durante mucho tiempo se disfrutaron los resultados de la perfecta ejecución de la estrategia, lo que permitió cubrir sin graves problemas algo más del primer tercio de la legislatura - aunque algunos historiadores aseguran que en realidad se trató de toda una primera legislatura -.

Pero los electores no dejan para mucho tiempo lo de ser exigentes. La oposición, enrabietada por la jugarreta anterior, “apretaba las tuercas” cada día más y con mas atino. Y en el plano interno de su partido, los ambiciosos que siempre hay, esperando tu debilidad y su oportunidad, empezaban a generar problemas y movimientos conspiratorios claros. El momento de abrir el segundo sobre parecía haber llegado y así fue como se volvió a abrir la caja fuerte, para que el número 2 mostrase su consejo:

-       “PRESENTA UN GRANDIOSO PLAN DE REALIZACIONES, REFORMAS Y MEJORAS”

Así de fácil. De nuevo los expertos y asesores se “pusieron al tajo” y con gran celeridad estaba listo todo un catalogo de proyectos, inversiones e inauguraciones, que dejarían “con la boca abierta” a todo el cuerpo electoral. Y nuevamente también, la maquinaria partidaria encontró un gran reto que ejecutar y se fraguó la unidad interna y los conspiradores tuvieron que volver a las sombras y todo eran ruedas de prensa y salir en la foto y acusar a la oposición de pretender boicotear los imprescindibles proyectos para el país.

Entre presentaciones multimedia, puestas de primeras piedras, reseñas de Consejos de Ministros y pre-inauguraciones de cosas apenas iniciadas, el Presidente tuvo otro dilatado periodo de gobernación, sin escollos especialmente relevantes mas allá de lo habitual y esperado, teniendo todo bajo control casi lo que restaba de legislatura – los historiadores discrepantes apuntan a que se trató de toda, una completa segunda legislatura -.

“Sed fugit interea fugit irreparabile tempus” ("Pero huye entre tanto, huye irreparable el tiempo") que decía Virgilio o en latín castizo: “Tempus fugit” (el tiempo huye) y los efectos de la grandiosa campaña, de magnificas realizaciones y promesas, se diluían como azucarillos, máxime cuando la mayoría de los proyectos iniciados no se concretaban en nada, otra gran parte estaban a medio hacer y, a cuenta de los graves escándalos de corrupción que se destapaban cada día sobre los terminados o más avanzados, la oposición hacia una dura labor de zapa y los ciudadanos tornaban las expectativas en indignación y descontento con el Gobierno y su Presidente.

Si, definitivamente, había llegado el momento de acudir al sobre número tres, la situación era sin duda la más crítica y el consejo seguramente sería el más acertado y eficaz. El Presidente repitió por tercera vez el gesto, abrió la caja fuerte, rasgó el papel, extrajo la conocida cuartilla blanca sin membrete y leyó, con avidez, la sentencia: 

"ESCRIBE TRES NOTAS PARA TRES SOBRES QUE DEJARÁS A TU SUCESOR."

2 comentarios:

Andres G dijo...

Pues, eso. ¡Ay, Paco. Cómo se les ve el plemero a mucha distancia! Te felicito por lo divertido del artículo. Me he reído un ratico. Un fuerte abrazo.

José Mª Pérez Gómez dijo...

Esta es una historia que suele contarse en los cursos de formación de directivos y, la verdad, tiene mucho sentido y, lo cierto es que he tenido ocasión de ser testigo de su utilización a pequeña escala.