Vergüenza que, al parecer, solo tiene el Consejero nombrado a propuesta de CCOO y que, en consecuencia con lo vergonzoso de lo acaecido, ha presentado su dimisión fulminante.
No voy a tratar de la decisión tomada por el Consejo de Administración de la Corporación RTVE, ni de sus posibles consecuencias para las libertades democráticas y en especial la de opinión e información, ni de la reacción furibunda y multitudinaria provocada y la irremediable marcha atrás en el despropósito pretendido. En apenas 24 horas el proceso de acción-reacción se ha consumado y opiniones a miles, - no he conocido ninguna a favor – han mostrado la todavía capacidad de movilización e indignación contra los tics totalitarios que, aún hoy, nos amenazan. Sintiéndome movilizado e indignado como el que mas, no creo necesario insistir en lo que, con mejor retorica y más rigurosos argumentos, han expresado ya muchos. Mi reflexión quiero que trate sobre las instituciones y órganos de control de los poderes públicos y/o de aquellos servicios esenciales para el correcto funcionamiento de la democracia y de la responsabilidad política que los partidos y sus representantes no terminan de asumir y pretenden sistemáticamente eludir.
Y es que entre el marasmo de opiniones, denuncias y alternativas que se han generado, son reiteradas y multitudinarias las que acuden a pedir “profesionales”, para la composición del máximo órgano rector de RTVE, frente a una supuesta extracción “política” de los actuales miembros, como si esa fuera la, tan simple, solución requerida.