“Los resultados de Unión Progreso y
Democracia (UPyD) significan en este contexto y pese a lo modestos que puedan
parecer, la irrupción de una opción real, de una alternativa posible, de una
fuerza dinámica, ilusionante, cohesionadora, vinculada estrechamente con la
base ciudadana, caracterizada por la profesionalidad, dedicación y capacidades
personales de sus miembros y activistas, totalmente alejados de los perfiles
habituales de políticos profesionalizados ajenos a los problemas y exigencias
de la vida real de las familias y las personas.” (23 MAYO 2011 – EMERGE UNA
ESPERANZA DEMOCRÁTICA PARA ESPAÑA)
El párrafo anterior es de
este mismo blog. Lo escribí al día siguiente de las elecciones municipales y autonómicas
y quería que, sobre el análisis de los resultados, se apreciara la oportunidad
que se abría para una nueva opción política, una posibilidad de corregir el
bipartidismo de facto que atenaza a este país y los ciudadanos aprovechasen la
oportunidad, para librarse de limitaciones, que el futuro les brindaba.
El 14 de marzo de 2004, los
errores políticos de Aznar, básicamente la gestión de la crisis del Prestige y
la entrada en la guerra de Irak, empujaron el péndulo hacia la izquierda
iniciando un nuevo ciclo político. Este, de igual duración que el anterior, dos
mandatos, cambió con un empujón hacia la derecha el 20 de noviembre de 2011 y también
es achacable a la incapacidad para gestionar una crisis, solo que esta, la económico-financiera,
es de consecuencias y duración mucho más graves y profundas.
Pero no han transcurrido los
100 días de gracia del nuevo gobierno y las elecciones, en Andalucía y Asturias,
muestran un claro acortamiento de la amplitud, de la oscilación, del péndulo
político. El enorme empuje experimentado por el PP, con los correspondientes
efectos devastadores para el PSOE, se ha frenado de forma indudable y ni
siquiera la inercia residual ha resultado suficiente, para confirmar unos
objetivos que se daban por conseguidos con seguridad y holgura.
Los electores han comprobado,
en tan corto lapso de tiempo, que el PP no solo tenía un programa oculto de
pesadilla, de recorte del estado de bienestar, de ajustes gravosos para los más
necesitados, de retroceso en los fundamentos democráticos, también ha hecho
todo lo contrario de lo poco explicito que comprometió en su campaña electoral
y se ha volcado en dar satisfacción a las castas del dinero y los poderes
fácticos, poniendo su gobierno a las ordenes de los nuevos amos-empresarios y
los curas trabucaires. Para no perderse nada, la sumisión a la política económica
ultraliberal de Merkel, evidencia el complejo de Rajoy y su incapacidad para
lidiar con una Europa burócrata y teledirigida desde Berlín.
El mantra falaz de que la más
eficiente gestión de la derecha, pese a algunos sacrificios, resolvería los
problemas que se le enquistaron a la izquierda, ha quedado en evidencia y la
reforma laboral radical y extrema del capitalismo mas depredador, se ha visto
como una prueba, de la intención de hacer recaer sobre las clases trabajadoras
y los que aguantan como clases medias,
todo el sacrificio de un plan de salida de la crisis “darwiniano”, en el que
los más débiles quedarán abandonados a su suerte. La casi certeza de lo duro e
injusto de unos presupuestos “tapados” hasta después del 25M, ha provocado que muchísimos
de los votos, que el PP cosechó el 20N, hayan optado por la abstención en estas
elecciones.
El PSOE también sufre un
fuerte correctivo. Su audiencia electoral sigue bajando. En Andalucía tenían que
pagar la sinvergonzonería de los ERE y la alícuota parte del déficit ZP. En
Asturias, solo la división de la familia de derechas, eternamente dividida por
gestionar fondos europeos aún cuantiosos y el deseo de fulano de buscar una
huida para que no le alcance el “Gurtel”, le da la minoría mayoritaria de un
electorado mas fragmentado. En las dos comunidades, el PSOE comprueba que en sus
antiguos caladeros se abstienen… o se van a IU los electores más consecuentes
con posiciones de izquierda. Y es indudable que con Chacón todo hubiera ido
peor, menos credibilidad y esperanza en una re-orientación socialdemócrata y la
irritación sorda que en los ciudadanos, del resto de España, causó la permisividad
frívola e irresponsable de ZP con los nacionalismos.
Es Izquierda Unida quien se
beneficia de la desafección para con el PSOE. Pese a que la coalición sigue
siendo un “puzzle” de “ismos” de izquierdas o “progres”, los electores la perciben
como un contrapeso a la derechización y mas batalladores, honestos y
comprometidos que los demás. Tiene IU el hándicap de no ser considerada una
alternativa real de gobierno pero si creíble, de confianza, más abiertos a la
participación ciudadana y receptivos a los movimientos sociales y a la
juventud, con los que logra conectar, como con el 15M. Están ahí, se puede
depositar el voto en IU que lo usará bien hasta que el PSOE vuelva a merecerlo,
es lo que piensan muchos electores a los que no les gusta desperdiciar, con la
abstención, un gesto que costó mucho esfuerzo recobrar y con ello… la
democracia.
Y esa gran bolsa de la abstención,
esa “mayoría silenciosa” de antes, esos votantes que el 20N se desplazaron sin
dudarlo del PSOE al PP y ahora no aparecen por ningún lado, ¿Por qué no han
votado UPyD? ¿Cómo es que la irrupción del partido magenta en Madrid, Valencia
y el Congreso de los Diputados, que parecía una tendencia persistente e “in
crescendo”, se desinfla con estos resultados, pese a lo que pueda parecer el nuevo
escaño en Asturias?
Con un futuro a corto y
medio plazo tan negro, como el que se perfila, los ciudadanos quieren
compromisos claros y concretos y eso lo definen tanto el programa electoral
como el espacio ideológico que se trata de ocupar. En esta situación, algunos
enunciados, por grandilocuentes y complejos, se perciben como testimoniales y
poco realistas y desconectados de propuestas más “a ras de suelo” y aplicables
al problema cotidiano, inmediato. Y el transversalismo no indica a los
ciudadanos con quien se establece el compromiso, que clases o estamentos
sociales pueden esperar que sean sus prioridades las que figuren también como
las más urgentes de un partido.
Los duros recortes puestos
en marcha por el PP, el conservadurismo de iniciativas legales retrogradas
anunciadas, el desprecio por medidas de progresismo fiscal y lucha contra el
fraude y la reaccionaria reforma laboral, no han merecido por parte de UPyD la
toma de posturas contundentes, mas allá de actitudes academicistas y el rechazo
explicito a la movilización social, con críticas a las organizaciones de
trabajadores y a la convocatoria de una huelga general le hace situarse en
tierra de nadie.
La indefinición ideológica,
que se quiere enmascarar con el llamado transversalismo, tampoco resiste las
exigencias del momento y, pese a todo, las propuestas de UPyD, especialmente en
materia económica y social, se reconocen fácilmente en el marco liberal, lo que
no ayuda a diferenciarse del PP nítidamente. Pero lo peor no es que ya, el PP,
incluya esa oferta política, es que siempre que se ha intentado promocionar un
partido liberal “puro”, ha resultado un fracaso estrepitoso en este país
(Garrigues, Roca, Punset y hasta el oportunista de Mario Conde).
Finalmente, una estrategia
de comunicación poco acertada ha permitido a la extrema derecha, en especial la
llamada “caverna mediática”, apropiarse de banderas propias y específicas de
UPyD, como es el caso de la actitud ante ETA o los nacionalismos secesionistas,
haciendo creer que existe una plena identidad en el análisis y objetivos, sin
matices. Esa misma derecha extrema no ha vacilado en manipular, determinadas iniciativas
de UPyD, para presionar al propio PP, en un intento de moverlo hacia posiciones
más radicales.
Y todo ello no deja de ser
observado, valorado y calificado por un electorado que cuando no responde a
posiciones ideológicas precisas, si sabe, al menos, que quiere y que busca que
le merezca la pena depositar su confianza, eligiendo a quién votar. Por eso
muchos, en esta ocasión, han optado por abstenerse.
1 comentario:
Comparto parcialmente el análisis y apuntaría otra causa más del insuficiente crecimiento de UPyD y su consecuente escaso peso político: La incapacidad del partido para generar o atraer líderes que resulten atractivos al gran público. Después de más de cuatro años UPyD y a pesar de tener unos quince representantes en distintos parlamentos y muchos concejales, éstos tienen de un perfil tan bajo que, para la mayor parte de la gente UPyD sigue siendo... Rosa Díez y eso para un sector muy grande del electorado no es suficiente. Es posible que antes pudiera achacarse al ninguneo de los medios de comunicación, pero ese argumento ahora ya no vale.
Rosa, que nadie niega que sea una lider con evidente carisma, no deja de ser una política profesional con muchas carencias en su formación y ciertos bandazos en su biografía que muchos electores interpretan como un oportunismo que no inspira confianza.
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