lunes, 4 de febrero de 2013

Por una Propuesta Radical Demócrata: 1.- Sin igualdad social no hay libertad plena.


Este primer post por una propuesta política nueva, que salve las carencias existentes en el panorama español, es el inicio de un empeño en promover la reflexión y el debate necesarios para articular un discurso que contenga la alternativa programática a aplicar, para remontar la crisis económica actual. Pero no solo se trata de articular una propuesta teórica con posibilidades reales de ser llevada a la práctica, se quiere responder a la necesidad de los ciudadanos de volver a tener ilusión, personal y colectiva, por el esfuerzo de rehacer lo deshecho, corregir los errores, valorar objetivos que merezcan la pena y el sacrificio y sentir que el futuro nos pertenece y que podemos ser protagonistas soberanos de nuestro devenir como seres libres.

Aunque la situación en España es, por inmediato, lo que precisa de la atención más urgente, la Propuesta Política Radical Demócrata tiene que ser, en sí misma, “proyectable” sobre el conjunto de la Unión Europea. La realidad innegable de una Europa desestructurada, sin coherencia política en lo que pretende ser el funcionamiento integral de sus instituciones, sin relaciones internacionales unitarias, cohesionadas y firmes y carente del objetivo esencial de llevar a sus ciudadanos a un sistema social de igualdad, solidaridad y bienestar, gravita como un peso muerto sobre todos e impide avanzar en pos de lo que nos une, antes al contrario, favorece la reaparición de los viejos males del nacionalismo, el totalitarismo y la dualidad socio-económica, todos ellos precursores de los estados insurreccionales y de la quiebra de la paz.

Pero al hablar de radicalidad democrática se quiere significar que no basta con los aspectos formales de escrutinio de la voluntad popular para creerse inmersos en un sistema real de libertades y que las características de ese modelo radical debe ser la mejor complementariedad de democracia directa, representativa, deliberativa, participativa y social con la observancia rigurosa de los derechos de libertad de reunión, de expresión y de organización.

Habrá pues que establecer casos, y niveles de la organización social y política, en los que la voluntad popular debe poder ser expresada sin intermediarios, en asamblea ciudadana o referéndums. El poder legislativo residenciado en parlamentos debe fundamentarse en la representatividad más justa para con el principio: un ciudadano un voto, en su consideración cuantitativa y cualitativa: mismo valor para los votos independientemente de la circunscripción y en la posibilidad real, de los votantes, de exigir responsabilidades a sus representantes por lo actuado. Los ciudadanos, individual o colectivamente, tienen que tener oportunidad de deliberar, opinar y proponer sobre las medidas que les afectan y formar parte de órganos específicos de intervención, en la toma de decisiones cuya aplicación y efectividad es inmediata en el tiempo y en el ámbito de actuación. Finalmente, la articulación de la sociedad civil en organizaciones legítimas tiene que tener inexcusablemente encaje, formando parte de organismos  que respondan a la mejor conciliación de los múltiples intereses colectivos, corporativos, económicos y sociales que coexisten en el “demos”.

La máxima referencia -“a modo constitucional”- de una Propuesta Política Radical Demócrata solo puede ser la Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948, adoptada por la ONU en París y como elementos de aplicación práctica todos los contenidos de los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y sus Protocolos que se vienen produciendo y que en su conjunto configuran la Carta Internacional de Derechos Humanos.

Pero para que todo no quede en meras declaraciones grandilocuentes y/o en simples enumeraciones de teóricos derechos, sin aplicación práctica real, la política radical demócrata debe fundamentarse en una acción tendente a:

- que todos los ciudadanos desde la cuna dispongan de las mismas oportunidades en materia de educación, sanidad, vivienda y alimentación y el conjunto social garantice la no exclusión, de nadie, de estos servicios sociales.

- que todos los ciudadanos puedan atender a sus necesidades básicas mediante la obtención de rentas con el esfuerzo de su trabajo, ejercido libremente y en condiciones dignas.

- que cuando no es posible el ejercicio del trabajo, en parte o en su totalidad, se garantice la atención social para cubrir esas necesidades básicas sin exigencias contrarias a la dignidad y libertad del individuo.

Estas premisas pretenden contrarrestar la dinámica, que todo el ciclo humano conocido ilustra, de la confrontación por motivos de propiedad, de riqueza, de poder y posesión en suma y que solo la relativización de la “privacidad de la propiedad”, el reparto de la riqueza disponible para atenuar desigualdades y la “normalización” de las relaciones que operan sobre intereses concretos para objetivar estas y evitar supremacías insuperables, permiten periodos de paz y desarrollo en todos los órdenes.

Se puede afirmar que al igual que: “la energía no se crea, ni se destruye, se transforma”, tampoco se crea o se destruye la riqueza, “se reparte o se acumula”. Y con la riqueza va unido indisolublemente el poder y el acaparamiento de riqueza, ergo: acaparamiento de poder, es contradictorio con el principio de que el poder reside en el pueblo, en los ciudadanos y que el ejercicio de este poder colectivo y compartido es lo que confiere su verdadero sentido a la democracia y permite a los seres humanos sentirse libres.

En sucesivos post se irán detallando nuevos puntos de la Propuesta Política Radical Demócrata hasta tratar todos los elementos fundamentales que la componen. Es esta una invitación al debate, dirigida a todos los que están hartos y frustrados con lo que hoy se nos ofrece en la panoplia ideológica, desde unos partidos políticos escleróticos en sus reflejos intelectuales, viciados en su funcionamiento, desconectados de la realidad y sordos al clamor popular.

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